No obstante, de los hechos extra literarios el que atrajo mayor atención entre jóvenes martinfierristas fue, sin duda, el vuelo del dirigible Graf Zeppellin: una fantástica aeronave que hizo el primer viaje por aire de Europa a América.
Fue entonces cuando Argentina conoció su belle époque. Eran los años del gobierno de don Marcelo Torcuato de Alvear, el presidente mundano, que con su característico gesto -casi desdeñoso- de los brazos cruzados, asistía a inauguraciones, actos culturales, funciones de gala en el Colón. La década comenzó con la primera emisión radial. El 27 de agosto, desde el teatro Coliseo, se transmitió la ópera Parsifal.
En el plano cultural múltiples inauguraciones signaron los veintes. Entre otras: el Teatro Cervantes, la Escuela de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova, la Universidad de Tucumán y el Conservatorio Nacional de Música.
El artista Xul Solar hizo su primera exposición y se inauguró el Primer Salón de Pintura Vanguardista. Nijinsky bailó en el Colón. En Buenos Aires se expusieron obras de Cezanne y Van Gogh. Viau y Zona abrrían sus librerías/editoriales y salones de exposiciones. Por primera vez, el Colón programó obras de Stravinsky y Schönberg
Buenos Aires alcanzó la cifra de 1.900.000 habitantes. El volumen de dinero circulante en el país fue altísimo.
Argentina era un país próspero de verdad.
Se construyó en Buenos Aires el primer rascacielos: El Barolo. En Córdoba abrió la primera fábrica nacional de aviones. Comenzaron a circular los primeros colectivos. Los ferrocarriles del Estado dejaron una ganancia de casi 300 millones de pesos. El arquitecto Le Corbusier y Albert Einstein visitaron el país.
Ramón Franco y sus copilotos unieron en vuelo Huelva con Buenos Aires y las terrazas porteñas se colmaban de gente y las calles se hacían demasiado chicas para el gentío que salió en masa para saludar a los héroes de la aviación.
Se logró controlar el fraude electoral hasta un porcentaje aceptable para la época.
La nueva sensibilidad, preconizada desde el semanario Martín Fierro, parecía haber llegado para quedarse…